Creo en los milagros

Creo en los milagros

Ya era tarde, o demasiado pronto, mi corazón estaba de vacaciones y mi mente te encontró. Mi cuerpo despertó curioso, sin expectativas, a la aventura de algo completamente ajeno a mi vocabulario emocional. Te hiciste el difícil, dadas tus circunstancias, y a mi, se me hizo fácil quererte, dadas las mías. La química fue lo suficiente devastadora como para anular mi mente y despertar mi corazón. Debieran inventar una pastilla para suprimir las oxitocinas. Como la del día despues, para abortar cualquier posibilidad de un embarazo de sentimientos. No la tomé. Me pasé los primeros tres meses intentando arrancar rocas de tu corazón, convencida de que eras un diamante en bruto en vías de extinción. Escalar el Everest hubiera sido más fácil. Casi llego, a ninguna parte en particular, ni a un sitio determinado, va a ser que no, ni siquiera y sin mapa. Pero, quizás, quizás, quizás, por poco, por poco, por poco... nada. Llevo casi un año perdida en Tulandia y no me quedaron ni las migas de regreso. En mi interior estalló un efecto big Ben, salpicando piedras a mi propio corazón y creando un nuevo mundo. De aurícula a ventrículo un muro de Berlin. No hay quien lo derrumbe. Ahora mi corazón esta cerrado por vacaciones, fuera de servicio, en baja por eternidad y excedencia voluntaria. Lo único que me salva es que creo en los milagros.

Eva T.Font