Osho, El Secreto de los Secretos

Osho, El Secreto de los Secretos

En el pasado, evidentemente, el mundo era muy diferente. Unas seis semanas de estímulos sensoriales de hace seiscientos años equivalen a la cantidad que hoy nos llega en un solo día. Recibir en un solo día seis semanas de estímulos e información implica una presión para aprender y adaptarse cuarenta veces más grande.

El hombre moderno debe tener una capacidad de aprendizaje mayor de la que haya tenido nunca, pues ahora hay más para aprender. El hombre moderno tiene que capacitarse para adaptarse a situaciones nuevas todos los días, debido a lo rápido que cambia el mundo.

Es un gran desafío. Un gran desafío, si es aceptado, contribuye en gran medida al desarrollo de la conciencia. Uno puede decir que el hombre moderno se vuelve completamente neurótico o que la gran presión lo transforma, de acuerdo con el punto de vista que uno asuma.

Una cosa es segura: no hay forma de volver atrás. La estimulación sensorial continuará aumentando más y más. Recibiremos más y más información, y la vida seguirá cambiando a ritmos más y más veloces. Y tendremos que poder aprender, adaptarnos a cosas nuevas.

En el pasado, el hombre vivía en un mundo prácticamente estático. Todo estaba inmóvil. Cada uno debía dejar el mundo tal como su padre se lo había dejado a uno, sin modificarlo en absoluto. Como nada cambiaba, no era necesario aprender demasiado. Era suficiente con aprender un poco, entonces quedaban espacios en la mente de cada uno, espacios vacíos, que ayudaban a la gente a mantener la cordura. Ahora, ya no hay espacios vacíos, salvo que uno los cree en forma deliberada.

Hoy, la meditación es más necesaria que nunca. La meditación es tan necesaria que es casi una cuestión de vida o muerte. En el pasado, era un lujo: poca gente (un Buda, un Mahavira, un Krishna) se interesaba en ella.

Otras personas eran naturalmente calladas, o naturalmente felices, sanas. No necesitaban pensar en la meditación; de alguna manera inconsciente, estaban meditando. La vida se movía tan silenciosa y lentamente que hasta los más estúpidos podían adaptarse a ella. Ahora, el cambio es tan tremendamente rápido, tiene una velocidad tal, que hasta los más inteligentes se sienten incapaces de adaptarse a ella.

Cada día, la vida es diferente, y tenemos que volver a aprender. Hay que aprender y volver a aprender una y otra vez. Ahora, no se puede dejar de aprender; el proceso de aprendizaje dura toda la vida. Hasta el momento mismo de morir, hay que seguir aprendiendo, pues es la única forma de mantener la cordura, evitando la neurosis.

Y la presión es grande: cuarenta veces más grande.

¿Cómo aflojar esta presión?

Es necesario entrar deliberadamente en momentos de meditación. Si una persona no medita al menos una hora por día, su neurosis no será accidental, sino generada por ella misma. Durante una hora, quien practique la meditación debe desaparecer del mundo y meterse en su propio ser. Durante una hora, debe estar tan aislado que nada llegue a él: ni un recuerdo, ni un pensamiento, ni una fantasía. Durante una hora, no debe haber contenido alguno en su conciencia. Esto lo rejuvenecerá y lo refrescará, liberará nuevas fuentes de energía en su interior; y el hombre volverá a estar en el mundo, más juvenil, más fresco, con mayor capacidad de aprendizaje, con más asombro en sus ojos y con más respeto en su interior. Nuevamente niño.

Osho